Las enfermedades alérgicas aumentan cada año y todo indica que así va a seguir. Entre el 30 y el 40% de la población mundial se encuentra afectada por alguna de ellas, siendo en España el 25% los que padecen algún tipo de trastorno alérgico. Las causas son muy variadas.
Existen factores genéticos predisponentes, pero estos no bastan para justificar el aumento de la incidencia. Los hábitos y costumbres del modo de vida occidental parece que influyen en el origen de este tipo de trastornos: tabaquismo, una alimentación desequilibrada, sedentarismo, obesidad, estrés y el abuso de determinados medicamentos… Además, los inviernos más suaves, el efecto invernadero de las ciudades y, sobre todo, la contaminación ambiental favorecen que aumenten la concentración atmosférica de pólenes, el número de insectos y la prevalencia de hongos asociados a las enfermedades.
Las alergias pueden aparecer en cualquier momento de la vida de las personas: infancia, adolescencia, edad adulta…
Enfermedades alérgicas y alérgenos
En su sentido más amplio, el término alergia indica el proceso que es consecuencia de una respuesta anómala y exagerada, que determinadas personas desarrollan frente a los alérgenos. Esta respuesta mediada por la Inmunoglobulina E (IgE) es una respuesta errónea de nuestro sistema inmunitario.
Los alérgenos son sustancias ampliamente difundidas en el medio ambiente que carecen de poder patógeno para la mayoría de las personas. Según el tipo y forma de exposición al alérgeno, la respuesta inmune puede quedar restringida y dar manifestaciones locales o puede desencadenar una reacción generalizada.
Los alérgenos pueden ser muy variados:
- Alérgenos inhalados, causantes de las alergias respiratorias. Los más frecuentes son los pólenes de las plantas, el polvo doméstico rico en ácaros, pelo de animales, hongos ambientales y alérgenos profesionales como: harinas en los panaderos, madera en los ebanistas…
- Los medicamentos también pueden actuar como alérgenos provocando lo que se conoce como RAM (reacción alérgica medicamentosa). Sobre todo, algunos antibióticos, anestésicos locales, analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos, contrastes radiológicos y fármacos de uso tópico.
- Otras sustancias pueden producir dermatitis alérgicas o de contacto: detergentes, ciertos metales (níquel, cromo), látex (frecuente en personal sanitario)…
- Los alimentos son también origen de numerosas alergias. Los que causan alergia con más frecuencia son la leche de vaca, la clara de huevo, los mariscos, el pescado y los frutos secos. Las principales manifestaciones son los trastornos gastrointestinales como vómitos o diarrea, si bien pueden manifestarse también en forma de urticaria o asma.
- Veneno de insectos: abejas, avispas… al inocularlos mediante su picadura.
La mejor medida para evitar las reacciones alérgicas, aunque no siempre es posible, es evitar el contacto con los alérgenos.
Cómo se produce la reacción alérgica
Como ya se ha dicho, el alérgeno es una sustancia inocua para la mayoría de la población, que sin embargo desencadena una reacción en las personas sensibilizadas a él, la reacción alérgica, que es una respuesta enérgica, rápida y específica.
La primera vez que una persona entra en contacto con una sustancia que es un alérgeno para ella, se sensibiliza a este alérgeno y su sistema inmunitario produce una serie de anticuerpos (tipo inmunoglobulina E, IgE) específicos contra los antígenos de ese alérgeno y unos y otros se unen. Los mastocitos, los basófilos y los eosinófilos son tres tipos de células del sistema inmunitario capaces de fijar en su superficie anticuerpos tipo IgE. Cuando se vuelve a tener contacto con el alérgeno (la segunda vez y posteriores) se produce una interacción con la IgE fijada a dichas células y se desencadena una cascada de eventos que comienza con la liberación de la histamina almacenada en el interior de los mastocitos; se habla de la “degranulación” de los mastocitos, al estar la histamina almacenada en gránulos.
Los mastocitos se encuentran esencialmente en los tejidos. Se hallan en grandes cantidades en piel y en las mucosas del tracto digestivo y de las vías aéreas. Los basófilos suelen encontrarse circulando en sangre. Los eosinófilos se encuentran circulando en sangre y también en la mucosa intestinal y en otros órganos; sus niveles circulantes en sangre se elevan en las enfermedades alérgicas. Los eosinófilos juegan un papel importante en la perpetuación del proceso inflamatorio asociado a las respuestas alérgicas, por la liberación de las sustancias de su interior.
La histamina afecta a los tejidos corporales y produce inflamación, siendo la mayor responsable de los síntomas. La reacción alérgica es impulsada por las células Th2 liberándose otros mediadores químicos con potentes propiedades inflamatorias: leucotrienos, prostaglandinas, citosinas (interleucinas 4, 5, 9, 13…).
La liberación de histamina origina una serie de síntomas que variarán según la zona afectada:
- Reacciones a nivel de las mucosas (nasofaríngea, conjuntival, bronquial): conjuntivitis, rinitis, asma, tos, edema de glotis…
- Reacciones a nivel de la piel: dermatitis atópica, urticaria…
- Reacciones a nivel gastrointestinal: dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarreas…
- Reacción generalizada: shock anafiláctico; reacción muy grave que puede llegar a ser mortal.
Nuestro sistema inmunitario lleva un registro de cada antígeno con los que se encuentra a lo largo de la vida (al respirar, al comer, por contacto con la piel…) y los memoriza para poder luchar contra ellos en posteriores “encuentros”, en caso de que sea necesario.
Alergia primaveral
Se llama así a las reacciones alérgicas cuya presentación aumenta en primavera, por ser los pólenes uno de los grupos de alérgenos más frecuentes. Pero no es la única época del año en la que se dan los síntomas de la alergia.
Durante el proceso de polinización el polen pasa de unas flores a otras, a través del aire o de los insectos que lo transportan, entrando en contacto con el organismo vía inhalatoria.
No en todas las primaveras hay la misma cantidad de polen, ya que existen distintos factores que influyen:
- Mucha lluvia durante los meses de otoño e invierno, hace que las plantas se desarrollen más y suelten más polen en primavera, por lo que las personas alérgicas al polen sufren más sus síntomas.
- Si durante la primavera llueve o hay un ambiente húmedo hay menos polen, porque el agua lo elimina. Si la primavera es seca, hay mucha más concentración de polen en el ambiente.
- También influye la zona geográfica, por la vegetación característica de cada zona. Algunas plantas como las gramíneas se pueden encontrar en cualquier lugar, otras como el olivo, son más específicas de ciertas zonas.
Los procesos más comunes en la alergia primaveral son rinitis y conjuntivitis que cursan con: estornudos, goteo nasal, picor de ojos, lagrimeo, ojos rojos… Se puede complicar con el desarrollo de un cuadro de asma bronquial.
Consejos para minimizar los síntomas
- Es importante prevenir el contacto con el alérgeno.
- Usar humidificadores y aire acondicionado con filtro anti-polen.
- Evitar las actividades al aire libre entre las 5:00h y las 10:00 H y entre las 19:00 y las 22:00 H, periodo en el que la concentración de polen es mayor en la atmósfera. Permanecer en casa con las ventanas cerradas.
- Permanecer en espacios cerrados especialmente en días de mucho viento.
- Usar gafas de sol.
- En los viajes en coche mantener las ventanas cerradas.
- Ducharse y cambiarse de ropa al volver a casa (el polen puede haberse depositado sobre el pelo y la ropa).
- Evitar viajar a las zonas donde haya mayor concentración de polen.
- No colgar la ropa al aire libre para secarla.
- Evitar llevar a cabo actividades que puedan remover partículas de polen, como por ejemplo cortar el césped o barrer la terraza.
- No dormir cerca de árboles o plantas.
Remedios naturales para aliviar los síntomas
Existen plantas medicinales e ingredientes naturales eficaces tanto para evitar que se desencadene la respuesta alérgica como para minimizar los síntomas típicos de la alergia. La razón es que estos ingredientes actúan sobre los distintos elementos y células que intervienen en una reacción alérgica, ejerciendo un control global de la situación.
- Quercitina
Es un polifenol natural del grupo de los bioflavonoides. Está presente en diferentes vegetales (cebollas, brócoli), frutas (manzana, uvas), té, vino y plantas. Una de las formas más efectivas en la que procede de los botones florales de Sophora japonica L., árbol conocido como Sófora o acacia del Japón.
La quercetina tiene importantes propiedades antioxidantes y antiinflamatorias que han sido demostradas en muchos estudios tanto in vitro como in vivo.
Su mecanismo de acción antialérgico es ayudar a estabilizar los mastocitos, inhibiendo su activación y evitando la degranulación. De tal forma que:
- Se inhibe la liberación de enzimas y mediadores proinflamatorios como las interleukinas 6 y 8 (IL-6, IL-8) y el factor de necrosis tumoral (FNT).
- Se inhibe la liberación de sus mediadores alérgicos: histamina, leucotrienos y prostaglandinas.
La quercetina es un potente supresor de las respuestas en curso de las reacciones alérgicas alimentarias, mediadas por Inmunoglobulina E. Shishehbor y sus colaboradores estudiaron los efectos de la quercetina sobre la reacción anafiláctica inducida por alergia al cacahuete y vieron cómo era capaz de frenar la cascada de respuestas contra las proteínas de cacahuete. También es eficaz y mitiga los síntomas de la rinitis alérgica y del asma bronquial.
- Eufrasia
Planta cuyos principales constituyentes son: polifenoles, ácidos fenólicos (como el ácido cafeico o el clorogénico), flavonoides, taninos e iridoides. La parte empleada es la parte aérea de la planta que se recolecta durante la floración.
Tradicionalmente esta planta se ha usado en afecciones oculares como conjuntivitis (tanto alérgica como infecciosa), blefaritis, orzuelos, fatiga ocular… para mejorar la irritación y la inflamación de los ojos.
También se ha utilizado para aliviar la irritación nasal de las rinitis alérgicas y los resfriados.
Presenta actividad antiinflamatoria, que se atribuye a los iridoides que contiene.
- Cúrcuma
La raíz de la cúrcuma es rica en unos compuestos polifenólicos, los curcuminoides, que son los componentes responsables de su actividad; de ellos, el más abundante es la curcumina.
La curcumina posee un potente efecto antiinflamatorio y propiedades antialérgicas probadas en diferentes estudios.
Estudios in vivo e in vitro han demostrado que la curcumina inhibe la migración y la activación de los mastocitos mediada por la inmunoglobulina E y, por lo tanto, inhibe su degranulación y la liberación de histamina y de otros mediadores alérgicos. También modula la actividad de las células T (Th2). Y su efecto antiinflamatorio lo consigue a través de distintas vías, como disminuir la actividad de enzimas proinflamatorias como la COX-2.
La curcumina mejora los síntomas alérgicos secundarios a la inflamación.
- Ortiga Verde
Existe evidencia preliminar de que las hojas de la ortiga podrían mejorar y disminuir los síntomas de la rinitis alérgica. Tomando ortiga a la primera señal de síntomas parece proporcionar una mejoría subjetiva.
Los efectos antialérgicos parecen estar mediados a través de vías antiinflamatorias.
Así, se ha visto que las hojas de ortiga verde son antagonistas de la histamina e inhibidoras de la triptasa de los mastocitos, enzima relacionada con la reacción anafiláctica. Su efecto antiinflamatorio también se consigue por inhibir a las enzimas proinflamatorias COX-1 y COX-2, mecanismo involucrado en la mejoría de los síntomas de la rinitis. También es capaz de disminuir los mediadores inflamatorios como la IL-6 y el FNT-alfa.
- Grosellero Negro
El grosellero negro es una planta con importantes propiedades antiinflamatorias. Ya que esta planta estimula de manera fisiológica la corteza de las glándulas suprarrenales, estimulando la producción hormonal, sobre todo de cortisol, que tiene un efecto antiinflamatorio potente. El cortisol bloquea la respuesta inflamatoria en las reacciones alérgicas, al inhibir la liberación de las moléculas proinflamatorias.
El grosellero negro ayuda a reducir la inflamación, disminuye la reacción alérgica una vez desencadenada y combate eficazmente los síntomas de la alergia.
La mejora de la respuesta inmunitaria es atribuible a la capacidad del grosellero negro para disminuir la producción de prostaglandina E2 (PG E2). Esto se comprobó en un estudio randomizado doble ciego, que llevaron a cabo Wu y sus colaboradores, para valorar los efectos en la respuesta inmune de la suplementación con aceite de semilla de grosellero negro frente a placebo.
- Selenio
La levadura Saccharomyces cerevisiae contiene selenio ligado orgánicamente a sus proteínas; este selenio es el de mayor biodisponibilidad y, por lo tanto, es la forma más adecuada de selenio para complementos nutricionales.
Este mineral es importante para la salud, pues interviene en el funcionamiento normal de distintos sistemas y aparatos y es fundamental para el mantenimiento de muchas funciones corporales. Se sabe que, entre otras acciones, el selenio contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario y a la protección de las células frente al daño oxidativo, es decir, el selenio presenta actividad antioxidante.