En principio, el estrés no es más que una respuesta de adaptación al entorno y, por tanto, se trata de un recurso que bien gestionado, nos ayuda a preparar el cuerpo para un esfuerzo adicional, procesar más información o reaccionar de forma más rápida y decidida. Por tanto, no es peligroso en sí mismo. Una cierta cantidad de estrés es saludable puesto que nos proporciona estímulos y retos. Hablaríamos entonces de un estrés positivo o eustrés Sólo cuando la situación generada excede la capacidad de respuesta se convierte en un problema. Cuando hay una demanda excesiva ante la cual no disponemos de suficientes recursos para hacerle frente, es cuando se genera tensión o desequilibrio mental, emocional y físico, pudiendo llegar, incluso, a derivar en enfermedad. En este caso, hablaríamos de un estrés negativo o distrés.
Una de las trampas más comunes es no detectar cuando hay una sobrecarga de estrés, ya que el cuerpo tiende a responder cada vez más y más duramente con el fin de adaptarse, de manera que podemos confundir este gesto con una mejora de la actuación y un aumento de la eficiencia, hasta que se sucumbe a la fatiga y, a veces, con bastante brusquedad; o bien puede haber una tendencia a sostener situaciones emocionales insostenibles, lo cual puede confundirse con fortalece interior cuando tal vez sólo se trata de miedo al cambi o de un estado de inconsciencia que puede llevar a enfermar. Es importante, pues, tener consciencia del nivel de estrés que nos provoca una situación para poder afrontarla y ponerle remedio lo antes posible. Mantener la consciencia despierta puede ayudarnos a ser capaces de detectar aquello que nos desequilibra, tanto a nivel físico como emocional y mental, y a tomar las decisiones más adecuadas para alejarnos del estrés y falta de salud y acercarnos al equilibrio cuerpo-mente y, por tanto, al bienestar.
¿Cómo liberar el estrés?
Una manera fácil de liberar o gestionar el estrés es entrenarnos en identificar la emoción o emociones negativas implicadas en una situación determinada para dejarlas ir mediante la respiración. Para ello, podemos cerrar los ojos mientras visualizamos una esfera de color bajo el ombligo imaginando que, con cada exhalación, la emoción negativa o discodante sale fuera. Podemos repetirlo las veces que haga falta y, seguidamente, visualizamos otra esfera de color diferente mientra imaginamos que, con cada inspiración, nos llenamos de auqello que más necesitemos: paz, equilibrio, harmonía, alegría… Realizar este pequeño ejercicio a menudo, y poniendo toda la intención y ña atención plena en el proceso, hará que no tardemos en ver los resultados.
Este es sólo un ejemplo de los muchos que hay en función de diversas disciplinas encaminadas al bienestar, como las técnicas de relajación y control del estrés, las técnicas de control mental, la hipnosis o la autohipnosis, el yoga, la meditación, el mindfulness, etc. El conocimiento y la práctica de éstas nos aportará, sin duda, herramientas muy valiosas para aprender a crear un estado de equilibrio y harmonía interior cada vez más saludable.